sábado, 26 de abril de 2008

La victoria de lo bello


Trabaja en una oficina cualquiera, en un polígono cualquiera. Si la escuchas hablar con la autoridad que lo hace, cabría pensar que es la hija del jefe, o incluso que ella es el jefe mismo. A pesar de su poco agraciado aspecto, derrocha una simpatía digna de mención.


En la misma oficina trabajan con ella otras dos mujeres, y un hombre. Si observas con atención (no necesitas demasiado tiempo) notas como las otras mantienen la altanería de su atractivo que se desvanece de un golpe cuando te cercioras de que no son capaces de mirarte a los ojos mientras te hablan. Su suficiencia enmascarada en aparente seguridad las hace estridentes a los sentidos. La presencia del hombre queda diluida en la estancia, a pesar de ser quien me ha gestionado lo que vengo a buscar. Debo decir en su beneficio que es diligente y amable.


Sin embargo ella, a quien no había visto ninguna otra vez, se molesta en preguntarme, averigua quien había tramitado lo mío, y me invitar a esperar mientras el chico finalizaba su conversación telefónica.


Luego se gira y continúa hablando con la persona que atendía a quien obliga a sonreír con ese gracejo natural que desprende mientras bromea sobre no sé que asunto detrás de sus gruesas gafas de pasta. Su atuendo le hace un flaquísimo favor; tampoco creo que otro le hubiese hecho más justicia. Aún así, si había luz en esa iluminada oficina, era ella quien la ponía. Se ha despedido de quien hablaba con ella sin besuqueos ni genuflexiones. Ha sido suficiente un: “que tengas un buen día” y ha subido escaleras arriba perdiéndose al final de ellas. La oscuridad y la frialdad han regresado a esa habitación en la que bien podría no haber quedado nadie....


El amable individuo me ha entregado lo mío y me voy silbando interiormente. No han pasado ni cinco minutos desde que llegué. Es realmente eficaz.


Una vez más lo bello gana la batalla. Una vez más lo bello no necesita de abalorios ni mentiras dibujadas para tener la victoria sobre el frío y la distancia.


De vez en cuando la vida se nos brinda en en cueros y nos regala un sueño tan escurridizo que hay que andarlo de puntillas por no romper el hechizo”


Joan Manuel Serrat

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayyys Nacho....te seguí por lo que escribiste de un beso en Amanda...vaya,vaya...

Es que todavía me quedé pensando ....me encantó sabés?

Ojalá...el tiempo no te cambie....y este post ....de la chica de lentes pasada de moda....no sé...me ha esperanzado pensar que todavía hayan -por algún lugar lejaaaano...y algo perdido-tipos que vean otros brillos....

Bueno....vuelvo....seguro...Alguna vez tuve un blog que adoraba...la vida me bajó de un hondazo....y ahora tengo este blog que enlazo a mí nombre pero en realidad...que se yo! Sin duda es más real pero me gustaba "volar" como lo hacía confundida entre Ángeles que ilumaban mi vida....en fin

Igrein dijo...

Que bonito...
Me encantaría que hubieran muchas así... pero no... yo que trabajo en oficinas te digo que no... una lástima...

Un besote!!!