viernes, 1 de febrero de 2008

Carta abierta a su profe de matemáticas

Muy Sr. mío:


Entiendo la dificultad que entraña la impartición de una materia tan difícil y a la vez curiosa como las matemáticas que, por otro lado merecería una entrada específica en mi cuaderno quizá en un futuro.


No obstante, ello no debería ser un incentivo para divagar sobre filosofía política delante de un grupo de niños venidos a más (que es lo que es un niño en la adolescencia), cuya formación y desarrollo está en pleno proceso.


Quiero aclarar que alabo esa circunstancia en la que usted, o cualquier otra persona, pueden expresarse con absoluta libertad sobre sus anhelos sociales, económicos, políticos, o sexuales. Estará siempre en mi intención el esfuerzo para que eso ocurra sea quien fuese el orador y por muy bárbaro que me parezca lo que expone.


Aún así no me negará que, tratándose de niños, un profesor, un maestro, un educador o como quiera usted llamarlo, tiene un ascendiente que lo sitúa en la linea de la influencia solapada, esa que convierte en verdades las mentiras a fuerza de repetirlas.


No soy economista, no soy sociólogo, ni político. Expreso libremente lo que pienso en presencia de los más pequeños, pero mis afirmaciones no tienen el poder categórico de las suyas: es muy probable que yo no sea tan admirable para ellos al expresarlas. Al fin y al cabo, yo soy quien se enfrenta a ellos cuando hay que delimitar el camino a seguir. Soy yo como padre, quien debe racionalizar el uso de la tecnología o encontrar un equilibrio entre las prácticas saludables para la mente y para el cuerpo, y eso me hace menos fascinante. Encima siempre hay alguien a mano para contradecirme


Así que espero de su supuesta ecuanimidad por la posición que le ha tocado, que ofrezca la posibilidad de que otros acerquen a sus pupilos, de forma simultánea a la suya, la cara B, esa otra parte de la moneda que usted y yo sabemos que existe, pero que oculta, acaso deliberadamente, tratando (aunque sea de forma inconsciente) de “llevarse el gato al agua” en un terreno abonado a la perfección para ello. Es el proceder de los fundamentalistas de los que, sin conocerle, creo saber su opinión.


Además las matemáticas son tan mágicas (y nunca mejor dicho), que estoy seguro de que aún le quedan muchos más recursos para incentivar en ellos el interés por su poder teórico y práctico (no hay asignatura que se parezca más a un juego de mesa invernal)


Se lo propongo sin ninguna acritud. Puede que el rechazo que le produzca inicialmente este texto, sea un revulsivo para la reflexión. Aunque no soy un buen ejemplo, me ofrezco para prestarle mi mayeútica compañía, por si entre los dos podemos acercarnos aún más a la interpretación completa de la realidad que nos rodea. Redundaría en beneficio de ellos, que son, al fin y al cabo lo realmente importante.


Un “guarísmico” saludo.

2 comentarios:

Igrein dijo...

Nadie dijo que el ser padre (padre-madre-tutor) sea facil.
De hecho, lo he comprobado, es el trabajo más sacrificado y menos agradecido.
Es verdad, siempre hay alguien cerca para contradecirte... ah! normalmente, los que te contradicen, no tienen hijos...

Un besazo.

Igrein dijo...

Pasé a dejar un saludo, un beso y un "escribe pronto".