
Es de noche.
Escucho al meteorólogo decir que lloverá cada minuto de los próximos días y, sin embargo, yo solo veo una noche de cielo estrellado como aquellas que tantas veces vivimos alguna vez. Si te imagino, te me alzas majestuosa, sencilla, misteriosa, imposible, inigualable.
Sé que estás ahí, muy cerca, tanto que solo tendría que extender mi brazo y envolverte. Y lo haría, una vez y otra más, y otra, y otra,... Deseo hacerlo con una presión sobre mi pecho de difícil contención. Pero no lo haré. No ahora que puedo enternecerme con tu imagen mientras duermes; no ahora que puede temblar de emoción, la que me provoca ser consciente de que hoy también estás aquí, igual que ayer y que antes de ayer, pero entregada como expresando: “hoy me quedo. Mañana ya veré”.
Y eso me devuelve la esperanza y la ilusión. Al amanecer tendré una nueva oportunidad para conquistarte, tendré una nueva ocasión, esa que vengo viviendo desde hace muchos años, pero que necesito recuperar al despertar, justo cuando mi nariz se hunde en tu pecho y tu piel me recuerda cuánto te amo.
He aprendido a apreciar cada minuto junto a ti como si no existiese el futuro, como si no fuese real lo que vivo, como si fuese a despertarme entendiendo que te has esfumado, y eso me trae hasta este punto de pasión que ni tú ni yo nos creemos después de tanto tiempo.
Lamento cada minuto que perdí en tareas vacías. Sé que no volverán, por eso hoy no quiero perderme en teorías acerca del amor que nada tiene que ver con lo que siento.
No te despertaré. Andaré de puntillas alrededor (que es como se viven los mejores sueños). Ya tendremos un minuto en que nos encontremos vivos, enloquecidos, chispeantes.
Ahora sueña, Amapola de mi vigilia. Sueña mientras te vivo serena, alejada de lo que te duele. Sueña mientras te adoro abandonada a tus curvas, tu sonrisa, tus labios, tu mirada sostenida (dormida también ahora). Sueña y que tus sueños no te alejen demasiado, y si lo hacen te me devuelvan cuando el sol nos aceche de nuevo.
Lo dije una vez e insisto escribiéndolo ahora: no me olvido de que soy rana, esa que un día convertiste en pirata con tu beso, y ese sueño, bien vale el respeto del tuyo.